viernes, 4 de septiembre de 2009

A DONDE IREMOS A PARAR?

Tal como se esperaba, el referendo pasó esta semana, después de una descarada exhibición pública de clientelismo y presión oficial en las votaciones de la Cámara. La aplanadora pasa ahora a presionar y a interferir en la Corte Constitucional, a obstruir la labor de la Corte Suprema y a modificar las normas electorales para reducir el número de votos requerido para que pase el referendo y manipular la fecha del referendo...
No es el momento para ser complacientes con la democracia a la colombiana, ni con la voluntad de las mayorías, sino que hay que pasar de alerta amarilla a alarma roja. El Gobierno y su bancada poseen el poder absoluto y han demostrado que no se detienen ante barreras legales o reglamentos, ni van a respetar la Constitución. No se debe olvidar que la mayoría de los golpes de Estado conducidos por líderes carismáticos, prominentemente el de Hitler en 1933, como recuerda Jorge Orlando Melo ayer en este diario, se realizan con la colaboración o complicidad de parlamentos cautivos, atraídos, cooptados o intimidados por el Ejecutivo respaldado por militares o por mayorías populares ("... los hombres del congreso granadino / Besáronle la mano al asesino / A trueque de vivir..." se lamentaba un prócer conservador exiliado en Nueva York a mitad del siglo XIX , huyéndole al Estado de Opinión creado por los artesanos de Bogotá).
La preocupación no es infundada. En ausencia de controles efectivos, hemos quedado en manos de un gobierno y un Congreso sometido, y no es prudente creer que van a ejercer autocontrol. La oportunidad de dar el zarpazo e inducir un cambio institucional extremo es esta y posiblemente no van a detenerse, aunque todavía hay por ahí ilusos que dicen que Uribe va a cederle el puesto a Juan Manuel Santos. Los líderes carismáticos creen que solamente ellos pueden hacer la tarea, que son irreemplazables y no les gusta compartir el poder.
Todo lo que ha sucedido desde el tercer año del primer gobierno del Presidente indica que no van a detenerse ahora. El estilo administrativo del Presidente, autoritario y hasta cierto punto arbitrario, y su deseo de controlar todos los centros de poder, la opinión, los medios de comunicación, los partidos, las agremiaciones y los grupos de presión lo han expuesto en distintas etapas de su trayectoria en el poder a grandes riesgos. Hubo momentos cuando hubiera tenido que parar, pero nadie salió a trancarlo y ha venido cogiendo cada vez mayor confianza.
Yidis y Teodolindo están en la cárcel por haber recibido, a cambio de sus votos, beneficios negociados y prometidos por personas de la administración a quienes no se les aplicó la ley. Con este antecedente entre el bolsillo, los miembros del Gobierno y sus asistentes para oficiales debieron sentir que podían operar sin restricciones. Así lo demostraron burlándose entre ellos, vía Uriberry, de cuán bajo tendrían que descender para conseguir los votos necesarios. Varios congresistas han manifestado que les ofrecieron prebendas. Rafael Pardo ha denunciado formalmente varios casos concretos. Pero la opinión ha registrado todo esto como si fuera natural y ha envalentonado a los miembros del Gobierno a proceder con métodos y pragmatismo que bordean la procacidad.
El costo de haber pasado el referendo con una mayoría integrada por personas vinculadas a la parapolítica, tránsfugas atraídos en forma por lo menos sospechosa y clientelistas profesionales, ha sido que la bancada oficial y el Legislativo se perciban como un refugio de maleantes. Al Gobierno no le costaría trabajo clausurarlo en un futuro con el argumento de que el poder legislativo se corrompió, así como ha venido hostilizando al poder judicial con la acusación de que ha politizado la justicia. Se ha roto el equilibrio entre poderes y nos hallamos en el umbral de un cambio de régimen. Pero el público no se ha alarmado. El Gobierno lo mantiene entre cautivado y atemorizado. ¿A dónde iremos a parar entonces?


Rudolf Hommes

1 comentario:

Anónimo dijo...

En nuetro país se esta acabando la democracia y esta empezando una dictadura , el presidente se esta olvidando de gobernar por estar haciendo campaña cueste lo que cueste. La mayoria de colombianos esto les parece normal Colombia deberia marchar en contra de Uribe,por todos escandalos de corrupcióndel senado, prevendas y concusión.Creó que no debemos admirarnos de lo que pasa en Venezuela porque en Colombia esta por pasar algo peor.Nestro país es el que mas hombres tiene en sus fuerzas militares se inverte demasiado en la guerra mientras la pobreza aumenta 20,5 millones de colombianos viven pobres mientras 7,9 millones sobreviven en la indigencia, sumadas las dos cantidades, que se deben sumar, da 28,4 de nacionales sumidos en la miseria